“Vivir la Misa desde la Vida Diaria” 2da. parte
Pablo Otsuka Yoshinao Obispo de
Kyoto
Introducción
¡Feliz año nuevo! Este año en la
diócesis de Kyoto, tomando las palabras del Evangelio “remando mar
adentro” seguiremos otra vez
“unidos todos en un solo corazón”. El
año pasado, usando el tema “Vivir la Misa desde la Vida Diaria” empezamos a
reflexionar sobre la vida de fe, concentrándonos en la misa como el sentido
fundamental que impulsa la actividad de la pastoral misionera. Este año también
quiero utilizar, “Vivir la Misa desde la Vida Diaria”como tema para este año.
Como subtema escogí: Llamados a la comunión con su hijo Cristo Jesús
(1cor.1:9). Esto es para mostrar que nosotros, quienes recibimos en la fe el
misterio de la eucaristía, deberíamos vivir en la vida diaria la gracia de ser
llamados a una comunión con Cristo.
1. El Año de la Eucaristía
El Papa Juan Pablo Ⅱ en la edición de su primera carta encíclica del
nuevo milenio: La Iglesia vive de la Eucaristía, dedicada al misterio de
la eucaristía (sagrada comunión), está llamándonos a todos los cristianos a que
rememos a alta mar, para tener parte en esta nueva evangelización, renovando
constantemente sus experiencias del misterio de la eucaristía.
Este año toda
la iglesia católica esta tomando parte en un especial llamdo: Año de la
Eucaristía proclamada por el Santo Padre. El año de la eucaristía empezó con
el 48vo. Congreso Eucarístico Internacional con el tema La eucaristía luz y
vida del nuevo siglo llevado a cabo en Guadalajara (México) desde el 10 al
17 de octubre del año pasado y que terminará con la asamblea ordinaria del
Sínodo de los Obispos, cuyo tema será: La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida
y de la misión de la iglesia y que será llevado a cabo en el Vaticano del 2 al
29 de octubre de este año. Nosotros en la diócesis de Kyoto hemos de vivir
también este año de la Eucaristía haciéndolo productivo y luchando junto al tema
“vivir la misa desde la vida diaria” Quisiera que todas las parroquias, bloques
y cónsules regionales pastorales trabajen en actividades adecuadas para este año
de la Eucaristía. Llevaré, también a cabo, la visitar cada bloque. Pensemos y
recemos juntos sobre este tema.
2. Los Sacramentos y la Vida Diaria
Aunque los sacramentos ayuden a la vida de la fe, ellos no pueden
reemplazarla. “La vida diaria”, parte del tema “vivir la misa desde la vida
diaria” enfatiza la importancia del acercamiento a los sacramentos desde
nuestros puestos de la vida diaia en la fe. El acto litúrgico católico (culto)
no es un rito religioso que requiera penitencia, severas disciplinas
espirituales o asceticismo. El propósito de los actos sacramentales en la
liturgia es el de producir un cambio interno que ocurre con el encuentro con
Cristo Resucitado. La misa, acto de liturgia del sacramento de la Eucaristía, es
un acto de fe; sin embargo, el hecho de ir a misa no significa que estemos
viviendo al máximo la fe. Los sacramentos por decirlo así, son la unión entre
“nuestro día a día” y el “Misterio de la pascua de Cristo”. ¿Que podríamos hacer
si quisiéramos retroceder en el espacio y tiempo unos 2000 años atrás y vivir
los hechos de la muerte y resurrección de Jesús? Pensando en esto podriamos
entender porqué el mismo Señor Jesús promulgó la Eucaristía al decir “Haced esto
en memoria mía”. Nosotros, desde nuestra posición de humanos, no podemos
acercarnos con eficacia al misterio de la pascua de Cristo sino que es el mismo
Jesús quien nos la presenta. La invitación que nos hace “Tomen y Coman” está,
justo, al frente de nosotros. Recibiendo los sacramentos, nosotros podemos por
medio de un símbolo tangible, llegar a tener un encuentro con el misterio de
Cristo. Y aunque no lo podamos ver, podemos estar “en comunión con Cristo
Salvador”. En la misa, utilizamos los símbolos del “Pan y el Vino”. Que se
convierten en la Eucaristía: cuerpo y sangre de Cristo. Es necesario conocer y
profundizar nuestros conocimientos sobre los símbolos de los 7 sacramentos.
3. Tres dimensiones de la Eucaristía: El Sacrificio de Cristo, La
Presencia Real y La comunión.
Cuando tenemos en frente el Pan y el
Vino consagrado, nosotros podemos proclamar por medio de la fe que estos son el
cuerpo y la sangre de Cristo. El entendimiento de la eucaristía es algo propio
esencial de la fe que se intuye y que al comulgar se nos da. El Señor, quien se
ofrece a si mismo en sacrificio, se nos revela por medio de la comunión y unión
con nosotros.
Después, en esta carta pastoral, quiero examinar las tres
dimensiones del misterio de Cristo en la Eucaristía ( Cf. “La iglesia vive de la
eucaristía”N.61). El Sacrificio de Cristo, la Presencia Real y La Comunión, lo
mismo que reflexionar sobre el subtema de “vivir la misa desde la vida diaria”.
Llamados a esta comunión con su hijo Cristo Jesús. (1cor.1:9). Estas tres
dimensiones son los principales conceptos que constituyen la verdadera
naturaleza de la Eucaristía, y además puede ser usado para explicar una con
otra. Y nos guía hacia una “Iglesia de amor y servicio”, “A la Iglesia que vive
por el Espíritu de Cristo”, “La Iglesia que trabaja para comunión”.
4. La Santa Misa: Comunión por medio del sacrificio.
1,
El Sacrificio de Cristo redentor. En la Iglesia celebramos la Santa Misa y la
Pascua de Cristo. La Eucaristía, es el memorial de la Pascua de Cristo y la
ofrenda sacramental de Cristo único sacrificio. El pan que podemos comer y el
vino que podemos beber representan a Cristo quien se entregó como víctima
sacrificándose completamente. Jesús ofrece este sacrificio en la cruz para la
salvación de toda la gente. Desde siempre la Iglesia ha tenido presente este
sacrificio de redención.
En la última cena Jesús nos dijo, “Este es mi
Cuerpo que será entregado por vosotros”, “Esta es mi Sangre que será derramada
por vosotros”. Está claro que Jesús se estaba refiriendo a su muerte en la cruz.
Así que la instrucción de Cristo de: “Haced esto en memoria Mía”, no solo
significa repetir esta celebración para conmemorarlo sino mas bien que, “Ustedes
constantemente celebren esto de nuevo, esta ofrenda que representa mi muerte:
Eso será en memorial mío”. Porque la Eucaristía actualiza las obras de redención
de Jesús en la cruz; las celebra e imparte los frutos; sacrificio de amor que
nace de la comunión.
2, El Sacrificio de Amor Espiritual de la Iglesia
El rol de Cristo como salvador no fue otro que ser el hijo quien recibe
todas las cosas, incluyendo a su mismo Padre. La ofrenda de Cristo fue su amor,
amor que recibió del Padre. Es por eso que Dios se glorifica por medio de su
Hijo quien recibe todas las cosas de El. Esto es porque la gloria de Dios
consiste en darse a si mismo en amor. La Iglesia al mismo tiempo que recibe
ofrece a este Cristo. La comunión entre cristianos y Cristo, significa que
nosotros los cristianos nos volvamos ofrendas de sacrificio. Por eso la
Eucaristía es también el sacrificio de la Iglesia. La Iglesia, no solo acepta
algo, si no que, solo participando, llega a recibir. El apóstol San Pablo nos
dice, “Que se entreguen ustedes mismos como sacrificio vivo y santo que agrada a
Dios” (Rom. 12,1). Siendo así la vida diaria (de alabanza, dolor, rezo y
trabajo), la fe y servicio de la Iglesia y de nosotros como cristianos, pasa a
ser la misa ofrecida por Cristo. Por lo tanto primero que la liturgia la vida
debe llegar a ser la ofrenda de sacrificio.
3, La Iglesia que ama (de
servicio)
Al analizar o reflexionar sobre el sacrificio de la Eucaristía se
nos enseña el cñomo llegar a ser una Iglesia que ama y sirve; una Iglesia que se
alegra al recibir junto a Cristo los dones que el padre nos da y los utiliza
para el servicio de sus hermanos. Nosotros amamos primero, a quienes compartimos
en la misma mesa la Eucaristía. Después la comunidad Eucarística debe tener
cuidado de que todas la personas puedan ser ayudadas por la comunidad. Para un
mayor estñimulo de pastoral misionera de conjunto, es necesario mas que otra
cosa, llegar a ser una comunidad que ama, que sirve a los demás como hermanos y
hermanas, y ofrece nuestra comunidad como un sacrificio espiritual.
5. La Santa Misa: una celebración de la “Presencia Real de Cristo en
este mundo”
1, La Presencia Real: Cristo se da a si mismo
La
“Alegría de la Salvación” que Dios promete es “Siempre estaremos con el Señor”
(1 Tes. 4:17) En la misa, el sacrificio de Jesús no es simplemente una
representación es una realidad siempre presente. Por medio del rezo del
sacerdote que invoca al Espíritu Santo (epíclesis) y por las palabras de la
consagración, Cristo resucitado esta siempre presente bajo la forma del pan y el
vino. Esta “Presencia Real” no es una clase de presencia estática inmóvil, si
no, una activa y dinámica presencia por el cual Cristo se entrega a si mismo.
Primero, para nosotros Cristo esta realmente presente por medio de su muerte,
también por medio de su resurrección esta presente en frente de nosotros. Los
discípulos, “Se llenaron de gozo al ver a Jesús” (Juan 20:20). Esto fue porque
ellos vieron a Jesús, glorificado por las heridas y de haberse ofrecido a si
mismo al Padre en la cruz. El Señor resucitado viene donde nosotros y nos abre
su corazón, vuelve sus ojos con amor hacia nosotros nos acepta y perdona. Del
mismo modo que Jesús dice “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en
mi, y yo en el” (Juan 6:56), la presencia real en la Eucaristía es un proceso de
darse a si mismo y aceptarse mutuamente por Jesús y el que lo recibe.
2,
Preparación para el Encuentro con el Señor Resucitado
Los discípulos
celebraron la Eucaristía recibiendo al Señor resucitado, con quienes ellos se
encontraron de una manera vibrante y “con mucho entusiasmo y con un mismo
espíritu” (Hechos 2:46) compartían el pan. Nosotros podemos decir que Cristo
resucitó de entre los muertos para encontrarse con la iglesia a través de las
especies del pan y vino que preparamos en el altar y por medio de la obras del
Espíritu Santo se convierte realmente en Cristo presente. Esto es porque, para
nosotros en este mundo, la resurrección de Cristo es una segunda venida, es
decir el venir futuro de Cristo y la presencia verdadera del Señor ahora. Desde
los primeros días de la iglesia, la fe en la Eucaristía fue alimentada por la
convicción de que Cristo resucitado está realmente presente en la comunidad de
la iglesia. Esta convicción de por si nos prepara para encontrarnos con el Señor
quien viene al encuentro con nosotros en la Eucaristía. “Que cada uno examine su
conciencia antes de comer del pan y beber de la copa” (1Cor. 11:28). Esto
significa arrepentimiento.
3, La Iglesia vive por medio del Espíritu de
Cristo.
La verdadera presencia de Cristo en la comunión es celebrada en la
correlación del encuentro entre el “Señor quien esta por venir” y “nosotros que
nos arrepentimos”. Además la misma Iglesia puede llegar a ser la presencia real
y verdadera de Cristo en estas tierras. Aunque reconozcamos que la misa es una
cena fraternal de la comunidad, esta cena llega a ser fraternal solo así porque
Cristo esta entre nosotros. Esta no es una comida fraternal solamente para la
comunidad en comunión con Cristo. Cuando la Iglesia se cierra en si misma, los
sacramentos son imperfectos, es decir, esto es recíproco y asi los cristianos
reunidos, por ellos mismos, no pueden llegar a ser levadura de amor. Si en los
trabajos apostólicos de la Iglesia y en otras actividades, o en la propulsión de
la comunidad pastoral de la cual formamos parte, nosotros menospreciamos la
verdadera presencia del Señor, probablemente Cristo no esté presente junto a
nosotros. Meditando sobre la verdadera presencia de Cristo en la Eucaristía, nos
enseña que debemos hacer verdad “La Iglesia que vive por medio del Espíritu de
Cristo”.
4, La Verdadera Presencia de Cristo entre los Pobres
Nosotros, solo por el hecho de comulgar, no podemos llegar a ser santuarios
de la Eucaristía. Nosotros sin embargo llegamos a ser símbolos de la verdadera
presencia del Señor cuando respondemos a su llamado de “tomad y bebed” y por la
eficacia del “vivir la misa desde la vida diaria”. La proclamación de fe de la
Eucaristía que recibimos frente al altar de Cristo, tiene parte en como damos
testimonios de nuestra fe en la vida diaria. Esto implica, ofrecernos junto a
Cristo como sacrificio. Precisamente esto significa “servir a los pobres y a los
que sufren”. Para recibir adecuada y dignamente el cuerpo y la sangre de Cristo
que se nos fue entregado, debemos reconocer la presencia de Cristo en nuestros
hermanos mas necesitados. El Señor Jesús nos dice, “Este es mi Cuerpo”. El mismo
Señor se identifica a si mismo con “los mas pequeños que son mis hermanos” (Mat.
25:40,45). Esto es efectivamente el establecimiento o promulgación de un símbolo
de la verdadera presencia de Cristo en medio de los pobres. La “verdadera
presencia de Cristo entre los pobres” y “la verdadera presencia de Cristo en
medio de la Eucaristía” son inseparables.
6. La Eucaristía: un
Sacramento de Comunión
1, La comunión de la mesa compartida
Podemos decir que en la Ultima Cena, Jesús entregó a sus discípulos un
sacrificio de comunión, (1 Cor.11:23,26). El formar parte de este sacrificio,
comer y beber del “pan y vino” es una celebración. Esto es comunión. Nosotros
usamos este término para referirnos a la parte de la misa en la que recibimos el
sacramento de la comunión: de hecho esto se refiere a que la comunión es una
palabra que expresa la más profunda dimensión que la Eucaristía nos trae. La
comunión eclesiástica es la celebración de la pascua de Cristo junto a El. Como
dije antes, precisamente porque la Eucaristía es sacrificio y presencia real se
establecen en la forma de la mesa compartida. El propósito de la invitación de
Cristo de “Tomen y Coman” es el de crear comunión y unidad.
2, La
Iglesia, el cuerpo de Cristo
Las personas que reciben la Eucaristía y dan
comunión se unen a si mismo a Cristo. Por medio de la Eucaristía, su propio
cuerpo, Cristo une a todos sus creyentes en un solo cuerpo, su iglesia. La
iglesia es por eso, el Cuerpo de Cristo, y podemos también decir que la Iglesia
es la comunión con Cristo. El pan que partimos, ¿no es una comunión el cuerpo de
Cristo? Como uno es el pan, todos pasamos a ser un solo cuerpo, participando
todos del único pan. (1 Co. 10:16,17). La Iglesia “no está solamente reunida en
torno a El: siempre está unificada en El, en su Cuerpo.” (Catecismo de la
Iglesia Católica, 789)
3, La Unidad y los Lazos de Amor Mutuo entre los
Cristianos
Los que reciben la Eucaristía se unen más estrechamente a Cristo.
Por ello mismo, Cristo los une a todos los fieles en un solo cuerpo. (Catecismo
de la Iglesia Católica, 1396). La comunión por medio de la Eucaristía, no solo
fortalece la incorporación de los cristianos a la Iglesia que fue realizada por
medio del bautismo; si no también profundiza los lazos de amor mutuo y unido
entre los cristianos como parte del cuerpo de Cristo.
En el año 2003, escogí
el tema “Experimentemos una comunidad de fe.”Otra vez les pido que profundicen
sus entendimientos sobre “La comunidad de fe” reflexionando desde la Eucaristía.
4, La Iglesia de Comunión: La Espiritualidad de la Unión Pastoral
Misionera
La comunión en la Eucaristía, no es simplemente una “repartición
de Gracia.” La gracia que recibimos se hace perfecta por el amor y servicio que
nosotros damos en respuesta a ella. Esto no es algo que individualmente,
arbitrariamente o por separado se pueda hacer, nosotros debemos trabajar juntos
como comunidad. Porque aunque el cuerpo de Cristo sea uno sólo, es porque son
muchas y variadas las partes por las que este trabajo pasa a ser parte de la
comunidad. También en la constitución del cuerpo de Cristo hay variedad de
miembros y de ministerios. Uno mismo es el Espíritu que distribuye sus diversos
dones para el bien de la Iglesia, según sus riquezas y la diversidad de los
ministerios (Cf. 1 cor., 12,1-11). (Constitución Dogmática 7 "LUMEN GENTIUM").
Nuestra reflexión sobre la comunión en la Eucaristía nos muestra el camino para
llegar a ser una Iglesia de comunión. En la unión pastoral misionera, los
sacerdotes, religiosos y laicos de acuerdo a sus propias vocaciones trabajen
juntos para llevar a cabo los trabajos apostólicos de la Iglesia. Este es el
espíritu de la unión pastoral misionera.
7. Recen junto a Maria
frente al rostro de Cristo
1, La Comunión (Culto a la Eucaristía)
El entrar en comunión con la Eucaristía, es rezar. Esto es porque la
Eucaristía es la “presencia real del rezo” en este mundo. El Padre resucito a
Cristo de entre los muertos, y lo estableció como un templo y nos “llamo a esta
comunión con su Hijo, Cristo Jesús, nuestro Señor” (cor. 1:9). El culto de la
Eucaristía fuera de la misa, especialmente las visitas al Santísimo, son
importantes actos de fe por el cual nosotros podemos tener contacto con la
presencia real de Señor (Cf. Recepción de la Eucaristía fuera de la Misa y la
Adoración a la Eucaristía).
Mas bien que los cristianos visiten la
Eucaristía, es nuestro Señor quien constantemente renovando su presencia real
entre su comunidad en la tierra nos da la bienvenida. La Eucaristía como centro
del rezo de los cristianos, nos enseña que rezar es recibir y también es
comunión. Cuando la Iglesia reza frente a Cristo y expresa las necesidades de la
Iglesia y las de este mundo, no es porque Dios no sepa sobre estas cosas, sino
que la Iglesia misma esta abierta de corazón para escuchar las palabras del
Señor. El Señor esta siempre ahí para responder a nuestras necesidades. La
presencia real, es una forma por la cual el Todopoderoso interviene en los
asuntos de este mundo.
2, Maria: Mujer Eucarística
Maria “Mujer
Eucarística” (Ecclesia de Eucharistia, 53), quien concibió al hijo de Dios, nos
prepara el camino para encontrarnos con Jesús resucitado en la Eucaristía y nos
conduce a anhelarlo. Recemos junto a Ella frente al rostro de Cristo hasta
satisfacer profundamente el hambriento y sediento corazón nuestro y quedemos
satisfechos.
3, Oración por la Paz del Mundo
Finalmente, continuemos
rezando este año durante la misa por la paz del mundo. El año pasado yo designe
la pequeña capilla en la catedral, dedicada a “Nuestra Señora de Miyako”, como
lugar para rezar por la paz. El papa Juan Pablo Ⅱ hace la apelación “si la paz
es posible hay también una obligación de hacer la paz”. Siempre, después de la
oración del Padre Nuestro en la misa, nosotros ofrecemos una oración especial
por la paz. Nosotros que nos oponemos profundamente a la guerra, debemos rezar a
Cristo, el Señor de la paz, y pedirle que nos enseñe que debemos hacer en contra
de la confrontación y discordia. La misa misma es una gran oración por la paz
que nosotros podemos ofrecer. Ruego que la familia humana entera, sin excepción
“Llamados a esta comunión con su hijo Cristo Jesús”podamos ser en
Cristo``unidos todos en uno solo” y que todos vivamos juntos en solidaridad.
(1) El término Eucaristía En la iglesia primitiva, las reuniones en el
día del Señor en conmemoración a la última cena, fueron llamadas Eucaristía. (La
palabra Griega significa agradecimiento o gratitud). La Eucaristía es también
llamada Santísimo Sacramento. Esta palabra da la impresión de algo estático,
mientras que gratitud o acción de gracias es un concepto dinámico. La misa es
también llamada la “liturgia de acción de gracias”. La acción de gracias en este
contexto se extiende para incluir las ideas de conmemoración, tomando parte en
la última cena, una nueva promesa, ofrecimiento y adoración etc. En esta carta
he querido utilizar la palabra Eucaristía, incluyendo el significado de acción
de gracias y el de santísimo sacramento.